EL ADIOS AL AMIGO JUAN
SANDOVAL
La iglesia se ve
totalmente repleta de personas,
son cientos y cientos de
coronas y arreglos florales,
alrededor del ataúd, las
han traído como ofrendas,
por el descanso de su alma.
El pueblo ha llegado en masa a despedir al
amigo.
En lo alto del pueblo se
encuentra el campo santo,
desde allí se puede
observarla caravana que avanza lentamente,
son cientos los vehículos
que lo acompañan,
arriba los camiones
esperando con mensajes:
adiós al amigo, siempre te
recordaremos,
estaremos con tu recuerdo
y lo esparciremos
por todos los caminos por
donde transitemos.
Al llegar la caravana a lo
alto,
unos cincuenta camiones,
al unísono,
lanzan sus bocinas al
viento,
haciendo estremecer los
corazones
diciendo: adiós al amigo
que se va al silencio,
Su mujer sollozando junto
a sus tres hijas y su hijo menor,
todos abrazados con
lágrimas que brotan de dolor.
Todo un pueblo y sus amigos
despiden
al hombre correcto,
amable, generoso y sencillo,
al que siempre lo vieron
con su sonrisa a flor de labios.
Hoy su cuerpo inerte entre
esas nobles tablas de roble,
ante las miradas tristes, derramando perlas que corren por las mejillas,
gargantas apretadas, lo
ven perderse poco a poco
en esa tumba que quedará
cubierta de tierra;
guardando por siempre sus
restos mortales,
pero, su alma permanecerá
en sus hijas, hijo, nietos, esposa y amigos;
El regresará del silencio
y se hará presente,
cuando lo recuerden en sus
conversaciones,
anécdotas, bromas y hechos
donde gozaron de su presencia,
en este mundo, lo único
que perdura por siempre son los recuerdos.